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Joaquín y mi planta de Albahaca

La visita de Joaquín aquella noche hizo que tuviera que revelar uno de los secretos mejor guardados hasta ahora. Unos pocos días atrás él había cumplido 6 años y cuando llegó a casa me preguntó si podíamos encender un fuego en el oráculo parrillero que tengo en el jardín de casa. Una especie de parrilla improvisada a partir de la base de una garrafa.
Nos acomodamos como pudimos en unos bancos hechos con madera de palets y de a poco fuimos tirando ramitas sobre un papel que él había encendido bajo mi mirada. A medida que el fuego crecía, también lo hacía su calor. Las llamas comenzaron a dibujar formas que detrás de la mirada de un niño eran muy sencillas de encontrar. De pronto me miró, levantó las cejas y me dijo:
-Ahí hay un elefante… ahí… ahí… ¿lo ves?

  • Sí…si, lo veo.
    Ese fue el primero de los tantos animales que pudimos descubrir. Tiburones, dinosaurios y tortugas gigantes fueron rescatados de las llamas. El frío nos obligó a repararnos debajo de una manta, mientras el crepitar de la leña nos relajaba y sus chispas mostraban el camino hacia las estrellas.
    En un momento me miró nuevamente y me dijo:
    -Yo a veces me imagino cosas.
  • Ah sí, no me digas… ¿Qué cosas? Le pregunté, y a partir de allí su imaginación se desplegó como nunca. Me contó que volaba montado sobre un dragón de color rojo, justo por donde las chispas salpicaban destellos por doquier y, que era el jefe de ¡otros cinco dragones! Ellos eran los encargados de pasar a buscarlo por la escuela. ¡Todas las tardes estacionaban en la vereda y lo esperaban! Y así volaban por los cielos hasta llegar a su casa donde su mamá lo esperaba con la leche y, de yapa, en las noches pasaban a buscarlo por sus sueños para dar una vuelta por el barrio.
    -¿Alguna vez los viste? Volvió a preguntarme.
    -¿Qué si los vi? Por supuesto. Te voy a contar un secreto. ¿Ves aquella planta de albahaca del jardín? Bueno es mágica y durante las noches crece tanto que me trepo hasta lo más alto de sus ramas para verte pasar.
    .- Y ¿me ves? .
  • Por supuesto que te veo, a veces me cuesta un poco, porque mi planta de albahaca tiene tantas hojas que me resulta un poco difícil.
    El me miró, sonrió, se acurrucó bajo la manta y continuamos rescatando camellos, dinosaurios y elefantes que imaginábamos estarían atrapados en esas llamas chispeantes de mi oráculo parrillero, mientras escuchábamos a Gabriela llamarnos para ir a cenar unas ricas papas rústicas con el bruschetta mix de Niña Federica.
    .-¿Y los dragones? Te preguntarás… Bueno, nos pusimos de acuerdo para salir a dar una vuelta por los cielos cuando los vea pasar la próxima vez.

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